El vestuario se trabajó como parte fundamental de los personajes. Creado por Daniela Martin y supervisado íntegramente por mí, se trabajó día a día desde los ensayos. La ropa fue naciendo a medida que los personajes de delineaban en el espacio. El concepto que se trabajó fue un cruce entre ropa de la época, ropa de linyeras, y los trajes de la Comedia del Arte. También, esos retazos de tela, son retazos de las múltiples máscaras que cada uno tiene, de la fragmentación de la realidad interna y externa. El vestuario es una recreación de la ropa de los años 30, con colores fuertes, y totalmente pintado a mano. En los personajes “reales” se respetan las líneas y diseños de esa época. En los “fantasmas”, la ropa adquiere una dimensión grotesca, donde los trajes son confeccionados fragmentadamente (por ej: un saco está hecho con cuatro sacos distintos), con máscaras.
Modelos de actuación elegidos para la puesta en escena
Para las escenas “reales” se trabajó con el melodrama típico. Una actuación no naturalista, apoyada por los efectos producidos por la música.
Para los Fantasmas trabajamos el grotesco, mezclando el estilo criollo, con las formas de grotesco europeas. En momentos algunas pinceladas expresionistas, pero más que nada apoyadas en lo visual.
Hipótesis central del espectáculo
El reflexionar sobre las múltiples máscaras del ser humano, y en especial en un creador. La pasión de la creación cuando es coartada por las influencias externas, y el como las decisiones intempestivas suelen acarrear consecuencias inevitables, e inesperadas. El querer ser frente al poder ser, y al deber ser.
También llevar al espectador en un viaje de sensaciones. Emocionarlo, movilizarlo. Contarle una historia, pero que termine involucrándose, tomando partido –el que quiera-, pero no siendo indiferente.
